jueves, 23 de abril de 2015

JAGUAREN (1922) av Helmer Diktonius


JAGUAREN (1922) av Helmer Diktonius


I


Asecha desde lo verde
roja nariz
ojos de
reflejos triangulares
difusos -
bigote ondulación
oblicuo trasero -
Salta! – jaguar mío! -
vuela y muerde, haz pedazos!
Tuya - mía la moral: rompe! .


Mordida ineludible si es que el bocado es vida
derribo sagrado si es que lo podrido apesta
Y destrozar con rabia urge la vida toda
hasta la belleza – entera y desde la caverna germinará.
Ya somos dos, el poema y yo: una garra
el deseo, somos dos; un zarpazo, un colmillo,
juntos seremos: máquina que tritura.


Fuera con la insensible imprenta
la compasión descorazonada
la falsa fe de los infieles
la impotencia de los poderosos
la malsana debilidad de los buenos,
queremos parir con muerte
dar paso, hacer lugar para
ver de una vez por todas
las manchas del sol danzar.


II


No cree alguien
que una garras potentes sientan el ardor?
no cree alguien que el jaguar tenga un corazón?
Ah, el viejo tópico
-el padre la madre los hijos de los hijos -
el desierto es grande
frío el viento de otoño
muy dentro de la panza del jaguar
vive la soledad con su duda
puede el jaguar orinar sobre una flor.
Tiene lágrimas;
sentimentalidad.


III


Noche. Despacio caen las cascadas.
El jaguar duerme.
Una hormiga le lame las garras.
Quién suspira:
viene la mañana
las manchas del sol, danzan?


IV


Las manchas del sol danzan!
Para siempre remolinea todo.
De un salto
se lanza el jaguar sobre
los predios del otro -
es en su ascenso la estrella de allí hacia donde va!

- un rayo en el aire -
como una flecha enterrada en el pecho de la Tierra.

miércoles, 15 de abril de 2015

Otro poema de Lars Gustafsson

El silencio del mundo antes de Bach
Tiene que haber existido un mundo antes 
del trío de sonatas en Do mayor, un mundo antes de la partita en A menor,
pero ¿cómo era ese mundo?
Una Europa de  grandes y vacías estancias irresonantes
llena de instrumentos desconocidos,
donde Musikalisches Opfer y Wohltemperiertes Klavier
nunca pasaron por un teclado.
Lejanas y silenciosas iglesias
donde jamás la voz de la soprano en la Pasión de Resurrección
se enredó en amor desmedido alrededor de una flauta
de suaves movimientos,
grandes y leves paisajes
donde solo los viejos leñadores se oyen con sus hachas
mezclados con el sano ladrido de los perros en invierno
y – como un campana – patines que muerden el hielo reluciente;
golondrinas que se cruzan en el aire de verano,
la caracola donde los niños escuchan
y en ningún lugar Bach ningún lugar Bach
el silencio de los patines antes de Bach.


domingo, 12 de abril de 2015

Un poema de Lars Gustafsson

De par en par, ahora las puertas. 

(Lars Gustafsson)

Los viejos terrenos a un lado del bosque,

murieron lentamente;

Gnarp, Naddtorpet, Rulltorpet,

Byggetorp y tantos otros.

Por allá por los cincuenta se podía, anhelante, 

entreabrir puertas crujiendo hacia estancias abandonadas;

como en tiras colgaba desecho el tapiz 

y en el fregadero, tal vez sin oxidar,

nadaba un vaso de cristal agrietado

o un plato con motivos de rosas.

Ahora la carretera penetra hasta el umbral, 

llega casi al vestíbulo de la cabaña,

y en la sombra aun destellos,

los postreros, de un manzano.

Aquí ha pasado mucho.